Los adornos que usaban los caciques
les conferían atributos de autoridad y saber religioso para obtener la
obediencia de su gente. Según consta en documentos de archivos coloniales de
1574, cuando los caciques ordenaban algo a los comuneros “…les envían a
llamar con sus pregoneros y les envían sus orejeras y mantas y sombreros por
señal”. La vida de los chibchas estaba imbuida de preceptos religiosos que
determinaban normas de convivencia con la sociedad y la naturaleza. Los
sacerdotes, llamados jeques, presidían los rituales, curaban a los enfermos y
por medio de las ofrendas y sacrificios reestablecían el equilibrio del
universo.
Personas, aves y felinos eran representados en bandejas para inhalar el yopo. Con este alucinógeno los jeques alcanzaban estados alternos de conciencia durante los cuales se comunicaban con diversos seres míticos.
Miles de figuras votivas se elaboraron
en oro, cobre, tumbaga, madera, piedra y arcilla. Es posible que sus diferentes
características fueran controladas para obtener objetos cuyos significados se
relacionaran con la intención de la ofrenda en lagunas, cuevas y campos de
cultivo. Las figuras votivas forman un mundo en miniatura poblado por hombres,
mujeres, seres asexuados y escenas, más una multitud de animales y objetos
cotidianos. La mayor parte de las figuras votivas se ofrendaron en conjuntos.
Los sacerdotes colocaban las piezas dentro de recipientes cerámicos de diversas
formas: humana, animal, fálica o de bohío.
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